Hoy quería comenzar la cuarta entrega del Diario de Mimos hablando sobre un tema que me parece de vital importancia, porque está ahora además muy de moda, y es algo que personalmente creo que nos hace más mal que bien.
Se trata del tema del consumismo o materialismo. El día que hice el Directo en Instagram sobre el Diario de Mimos mientras yo contaba, por ejemplo, que algunos de mis mimos fueron comprar un perfume para la casa, comprarme un albornoz blanco de The Rituals o comprar unas flores frescas para verlas al llegar a casa, hubo algún comentario, por ejemplo, en el que pude leer que al final todo era materialista y que en el fondo era consumismo. Si bien es cierto que después comencé a hablar de otro tipo de mimos como darse un buen baño, pasear por el parque o disfrutar de un buen libro y de hecho esa misma persona luego me dijo por privado que se había adelantado y que “así sí”.. en resumen…
No os cuento esto para otro fin que para que entendamos que al final nosotras mismas somos quienes nos boicoteamos nuestros propios mimos porque nos sentimos culpables si se trata de un mimo material y le damos más importancia al hecho de que está mejor decir que pasear por el parque o contemplar un amanecer, cosas gratuitas y maravillosas, por cierto, son mejores que el hecho de comprar un albornoz, por ejemplo, por el hecho de que ya cuesta dinero.
Parece que sólo podemos ya disfrutar de las cosas gratuitas porque si no somos consumistas o materialistas y además, no sólo esto sino que está como mal visto ya en la sociedad decirlo y está bien visto que otras personas puedan decirte que eres o fomentas el materialismo o el consumismo.
Y son estas mismas personas las que no se dan cuenta de que en el fondo están siendo también manipuladas por la sociedad, y además no se están dando permiso para disfrutar de cosas maravillosas por sentirse consumistas o materialistas.
Partiendo del hecho de que ya sólo por leer un buen libro implica que hayas pagado por él normalmente o que para ver un amanecer hayas tenido que desplazarte y te haya costado dinero el desplazamiento… es decir, que por desgracia no hay nada completamente gratuito en la sociedad, no es malo gastar dinero. Gastar ese dinero que hemos ganado intercambiándolo por horas de nuestro tiempo.
Soy la primera persona ahorradora, tengo un patrón del dinero que heredé de mis padres (así me educaron al final y cada una tiene su propio patrón del dinero en función de lo que vivió en su infancia, quiera o no) en el que en mi mente hay que ahorrar lo máximo posible. Del patrón del dinero ya hablaremos más adelante porque resulta realmente interesante y es algo que os hará replantearos muchas cuestiones y creencias limitantes.
Bien, dicho lo cual, como os decía, soy la primera persona ahorradora y siempre que las necesidades básicas estén cubiertas, si dispones de unos ahorros extras por supuesto que puedes invertir (no es gastar) en tu felicidad, porque vivimos en una sociedad de consumo.
Si me considero materialista y consumista y me siento mal por comprarme la barra de labios roja esa que tanto me gusta, porque sería “superficial” y no “profundo y espiritual” ese dinero no irá a parar a esa tienda de maquillaje. La dependienta no tendría trabajo por lo que antes o después se iría al paro. Al estar en paro se iría a vivir con sus padres, que no podrían comprar la ropa que necesitan porque habría que ahorrar. La dependienta o el dependiente de la tienda de ropa se iría al paro a la larga porque no habría trabajo, así que no podría ir al cine porque sería un gasto extra que no podría pagar, el del cine a la larga contrataría menos personal, los hijos del del cine no podrían ir de viaje, la de la agencia de viaje no tendría trabajo…………… blablablablabla y así sucesivamente…..
Esto así contando, en modo melodramático no es más que un ejemplo para mostraros que, siempre que no os falte el dinero, es bueno también mover el dinero. Si mueves el dinero, el dinero volverá a ti de alguna un otra manera, porque tú tendrás trabajo a fin de cuentas, ya que habrá un consumo activo y estamos en una sociedad de consumo de momento. Tal vez en otra época no sea así, pero de momento estamos aquí, en este plano y es un plano materialista, donde hasta ir a ver un amanecer cuesta dinero, me refiero.
La Risa de los Niños es Gratis
Desde luego, la risa de los niños es gratis, pero para que rían tienen que tener calor, una casa, amor, y todo esto se consigue con seguridad; seguridad que al final da el tener esa casa, esa calefacción y esa tranquilidad….
El problema es que ahora está de moda decirle a alguien que se ha comprado una barra de labios que le hace muchísima ilusión y que, por supuesto, se puede pagar, le dicen que es materialista y superficial y un consumista porque está consumiendo…. En el fondo, la persona que me dijo que al comprarme un perfume para casa o un albornoz fomentaba todo el rato el consumo… me escribía a través de su móvil (que casualmente no son muy baratos) en el directo.
Es decir, que incluso la gente que a través de las redes o en algún mensaje o donde sea, o vía email a vosotras o de la manera que sea, está usando un medio para ello que de por si ya ha fomentado su propio consumo.
El problema es que nos pensamos que hay que pasar de un extremo al otro. Consumir lo que nos apetece de verdad y nos da energía, es malo. Ser espirituales y no consumir nada, es bueno… Blanco o negro, como siempre. Y al final me hace gracia porque pretendemos ser Tibetanos con iPhone.
Darse Permiso
Todo esto, aunque no lo creáis es para decir que no hay que sentirse culpable por conseguir lo que uno quiere, sea o no material. Hay que darse permiso, siempre con cabeza. Obvio que si no tienes ni para llegar a fin de mes, no puedes gastar más de lo que tienes. Ese es el verdadero drama de las sociedades de consumo, que a veces hay patrones del dinero en los que uno gasta lo que tiene y lo que no tiene.
Pero si ganáis dinero, tenéis cubiertas vuestras necesidades, tenéis ahorro, pensad que el dinero no es más que un intercambio, es un trueque de horas de vuestro tiempo a cambio de un “símbolo” neutro. El dinero no es nada, es papel a fin de cuentas. Lo que sí es real es el tiempo que invertís en conseguir ese papel, porque con ese papel después vosotras podréis invertir en lo que os haga felices. Es decir, pagáis con vuestro tiempo (vuestras horas de vuestra vida) las horas de vida de otra u otras personas. No deja de ser un intercambio.
¿Cómo hacer entonces?
Por eso, siempre hay que trabajar en lo que a uno le llene o al menos si no estás bien en tu trabajo, trata de hacerlo lo más agradable posible. Decora tu zona de trabajo a tu gusto, perfuma un poco la zona con un aroma que te guste, pon una taza personalizada que te encante. Es decir, si no te encanta lo que haces en ese momento, hazlo lo más confortable posible para que esas horas que estás inviertiendo ahí de tu vida sean lo más agradables posibles.
Porque por ahí nos “entra” mucha energía positiva de la buena. Con esas pequeñas cosas insignificantes hacemos una vida mucho más feliz. Y después, date permiso para disfrutar del dinero que te han entregado a cambio de tus horas vitales. Disfrutar y derrochar es muy diferente. Cada uno que lo disfrute como quiera, que conste, pero sin sentirte culpable, sin sentir la mirada crítica de otros o incluso de ti misma sintiendo que no estás siendo una tibetana decente.
El Diario de Mimos va de todo esto. No sólo de pasear por el parque, que también, no sólo de disfrutar de un libro (que has tenido que comprar), no sólo de tocar el piano (que tendrás que tener primero), no sólo de ir a clases de yoga (que tendrás que pagar….), sino también de poder comprarte el albornoz que te guste o el camisón sexy de seda que te encanta, o comprarte un ramo de rosas porque te encantan y no tienes que esperar a que nadie tenga que darte la sorpresa o acordarse de ti, que para eso ya tienes que estar tú misma, porque es tu responsabilidad el crear tu propia felicidad, de la manera que sea.
No son los demás los que nos hacen felices, somos nosotros mismos
Y todo cuesta dinero al final, sí, hasta lo que creemos que es gratis… sí. Pero no pasa nada, yo no veo el dinero invertido en disfrute como un gasto sino siempre como una inversión. Y cuido mucho mis inversiones, y me mimo. Y soy una Broker cada vez tratando de ser más experta en mis acciones y mis inversiones de mimos.
¡Conviértete en tu mejor Broker!
Date mimos, siempre que de verdad lo hagas de una manera consciente y con los pies en la tierra, sabiendo lo que puedes y lo que no. Pero si puedes, te apetece, quieres y lo vas a disfrutar, date el lujo de darte PERMISO sin culpabilidades, ni críticas, ni juicios. Y si alguna vez alguien te dice que eres una consumista o una materialista, pídele que te lleve a su casa, a ver si la tiene diáfana o si casualmente tiene muebles, dile que te preste su móvil para hacer una llamada y comprueba que es una Tibetana con iPhone. Y siente que ella en realidad no tiene la culpa por pensar así, al final es la sociedad quien quiere que trabajemos mucho, consumamos y encima nos sintamos culpables por ello.
Así que apunta en tu Diario de Mimos que te gusta escuchar el canto de los pájaros en el bosque, o escuchar el sonido tan agradable del pasar de un riachuelo. Abrázate a un árbol si te hace feliz, de paso te cargará de iones negativos que te harán subir las endorfinas. Pero también lo hará el ver amar a un hijo a su padre, también te dará un subidón de endorfinas bailar y cantar y también lo hará el comprar esa barra de labios que te ha enamorado, y todo esto tendrá la misma cantidad de endorfinas para ti. Y mientras más pequeños mimos nos demos más querremos ir a por mismos mayores sin dejar atrás los pequeños, siempre desde el amor a una misma, sabiendo que nos estamos cuidando y dando lo mejor a nosotras mismas. Y os aseguro que las endorfinas (o morfinas endógenas) enganchan y son la clave de la felicidad. Así que el Diario de Mimos va de apuntar todos esos momentos endorfínicos que nos elevan hasta el infinito y más allá. Tan sólo has de PERMITIRTELO porque te MERECES tener lo que sueñes, sea cual sea tu sueño. Si sientes que no hay límites no los habrá, si sientes que no puedes, no podrás. Es así de sencillo. Al final los pensamientos son los que crean la realidad de cada uno.
¿Qué pensamientos eliges tú entonces?
Estaré encantada de que respondas a esta entrada y me cuentes qué te parece el post de hoy, si te ha servido para algo y qué has sentido al terminar de leerlo. Puedes también comentármelo a través de @anaaparichi
Un besazo y feliz comienzo de semana,
Ana Aparichi