¿Cuántas veces has sentido esa especie de incomodidad interna producida por saber que no estabas siendo fiel a ti misma?.
En mi caso, siempre que he pensado una cosa y he hecho otra distinta he conectado con esa sensación de incoherencia y de lucha interna que me hacía sentir todo menos felicidad y paz interior. Cada vez que he dado más peso a lo que otros me han dicho acerca de mí o de lo que hacía o decía en lugar de ser fiel a lo que yo realmente sentía o creía lo he pasado mal y con el tiempo, además, se ha demostrado que por ahí además no iba mi camino.
Cuando he tratado de complacer a los demás o de hacer cosas para no ser juzgada en un momento dado y, al final, tener que utilizar algo así como un disfraz de cara al exterior, es cuando más sufrimiento he experimentado a nivel interno y más tiempo he tardado en salir de ese bucle de quejas y culpas cuando la única que estaba boicoteándome realmente era yo misma.
Es cierto que el ser humano es incoherente e incongruente. Es una de sus mayores características y estará siempre ahí, ya que estamos cargaditos de paradojas que al final no hacen más que sacar a la luz nuestras inseguridades.
Cada vez que buscas la aceptación en los demás, cada cosa que dices o haces pensando en que así gustarás más o te criticarán menos, estás siendo totalmente infiel a la persona más importante que tienes, tú.
Al final todo se traduce en miedo al rechazo pero fíjate que a lo que estás temiendo es precisamente lo que estás consiguiendo justo dejando de ser fiel a tí misma, porque a quien estás rechazando es a tí y es a tí a quien deberías siempre ser leal, fiel, tu mejor amiga y compañera.
No puedo decir que no te importe el qué dirán, porque al final esto muchas veces es una utopía. A todas nos afecta, en mayor o menor medida, nos guste o no. A mí el qué dirán o el qué pensarán es algo que me ha preocupado mucho a lo largo de muchos años, desde que era adolescente y poco a poco he conseguido que me afecte lo mínimo posible aunque no siempre se consigue. Pero aquí no digo que no te vaya a importar el qué dirán los demás pero, por favor, preocúpate más siempre por el qué te dirás tú a tí cuando veas que no te estás siendo para nada fiel.
Cada vez que no eres fiel a tí misma estás siendo infiel. Lo fácil que se ve esto cuando hablamos de la pareja o de amistades y hablamos de traiciones pero no somos capaces de ver que la mayor parte de tiempo el enemigo realmente está en casa y esa vocecita interna (verdugueitor) que no para de empujarte a modular tu comportamiento siempre en función de los demás para que no piensen mal de tí o no piensen que tú eres esto o aquello está siempre presente.
El problema es que según va pasando el tiempo si vamos acumulando demasiadas traiciones al final sentimos tal rechazo hacia nosotras mismas que no nos queremos ya ni hacer caso. En el caso de una pareja que te ha sido infiel una sola vez ves clara la necesidad de dejarlo porque sufres, porque no lo entiendes. Se supone que debería serte fiel porque te quiere y lleváis tiempo juntos… pero tú que llevas toda la vida contigo, ¿Cuántas infidelidades tuyas propias has soportado contigo misma?. Lo peor es que no puedes dejarte, como harías con tu pareja. No puedes gritarte, como harías a tu pareja, ni echarte de casa ni salir de cuerpo y meterte en otro para comenzar una nueva relación…
Entonces, qué?. Es un aprendizaje continuo a lo largo de toda una vida. Al menos para comenzar, lo fundamental es darse cuenta y ser consciente de esto. Cada vez que te pilles siendo infiel, piensa de verdad por qué lo haces; cuál es el miedo que hay detrás realmente. Cuál es tu temor inconsciente y piensa si al final no estás consiguiendo justamente alimentar ese miedo y además cargado de sufrimiento por saber en tu fuero interno que no te estás respetando.
Tienes que vivir siempre contigo y la clave para la felicidad no es otra que la fidelidad, pero ya sabes a quién!